jueves, 14 de noviembre de 2013

Dispersión, copón.

Envidio a las personas que son capaces de centrarse. Focalizar su atención en un objetivo claro, puro. Las personas que creen que su camino lleva a alguna parte muy planificada. Y que se ven a sí mismos en un futuro no muy lejano de una forma concreta.

Mi camino está lleno de atajos y animalillos que me entretienen. Es un camino de mierda. Porque me apetece más perderme por el monte que llegar a alguna parte. Porque sé que tengo que llegar... Y a dónde, supongo. Pero sinceramente, me da igual. Me importa una mierda ese camino y su final porque cuando llegue allí no va a pasar nada y sé que me habré perdido unos atajos increíbles. Y ese el problema. Ser una persona dispersa es lo que tiene. Muchos intereses y el mismo tiempo material que tiene una persona a la que sólo le gusten, por ejemplo... Los sellos. Sin embargo, yo nunca tendré el mismo control y conocimiento que la persona a la que le gusten los sellos. Esa persona sabrá decirme más cosas sobre sellos incluso que sobre su propia madre o  infancia. Y yo tendré que conformarme con decirle un poquito sobre mis cincuenta mil intereses y lo básico sobre sellos (que me interesan más bien poco pero he de decir que alguna que otra vez también me he fijado en esa mierda). Es cierto, algún día habré perdido mi tiempo mirando alguna gilipollez sobre sellos que me importan un carallo, sinceramente. Hasta ahí llega mi dispersión, a lo que también se podría llamar "déficit de atención" o simplemente: estar ociosa.

Pero no me engaño, aunque tenga esos intereses variados y dispersos, no me considero una mujer del Renacimiento. Porque lo más triste de todo es que no le sacaré partido alguno a ninguno de esos intereses por no centrarme suficiente en cada uno de ellos y puede que acabe estudiando algo de putos sellos de lacre, por ejemplo.

Fotografía: Sarah Moon



No hay comentarios:

Publicar un comentario