jueves, 18 de abril de 2013

Para mí es un auténtico gilipollas

El miedo, esa cualidad tan vomitiva y característica del ser humano que denota mil y una inseguridades.
Lo cierto es que siento ese miedo no sé si por inseguridad o incertidumbre. Creo que de vez en cuando dejarse llevar por las emociones es natural y no puedes tener un férreo control sobre ello. Desde mi poca experiencia, lo digo.

Fotografía por: Aela Labbé

Llevo días escuchando una gran retaíla de cosas con respecto a la importancia de "ser humano", "sentirse humano" y demás teorías sobre la convivencia con uno mismo. Sé que pretendía ser una forma de ayudar a comprender mi situación pero no creo del todo que una persona tenga la capacidad de canalizar y controlar esa cascada de emociones y altibajos de forma positiva. No lo creo o me resulta de lo más difícil creerlo.
Entiendo, sin embargo, que es más que productivo aceptarlo. Aceptar que sientes ira, odio, dolor, que eres rencoroso, egoísta a veces. Es un modo de aceptar esa humanidad. Pero esa misma teoría también sostiene que todas emociones y lo que provocan que éstas se desencadenen las produce uno mismo inconsciente o conscientemente. Que si hay un choque/conflicto con otra persona se debe a que tú malinterpretas una actitud en esa persona. Que ves maldad donde no la hay, que ese mal está en tu visión y no es real y/o palpable. Digamos que atraes ese mal porque tienes predisposición a ello.

Vamos, que si un tío te parece un soplapollas en realidad no lo es. Es que resulta que tú ves al soplapollas por tu disposición o contexto. Algo así como lo  de que "para mí esa persona es un subnormal". No dices "es un gilipollas" sino "para mí es un auténtico gilipollas". Esta sería la traducción de dicha teoría al extremo más salvaje y estúpido pero a la vez más claro a entender.

Es interesante. No obstante, resulta abrumador que un individuo sea capaz de provocarse a sí mismo tamañas desgracias con respecto a conflictos, convivencias y enfrentamientos, aún siendo inconsciente.
Pienso que no podemos ejercer tal control sobre todo, o lo dudo al menos.Yo, desde luego, me volvería loca culpándome a todas horas de todas y cada una de las pequeñas jodiendas que me pasan. Y más aún últimamente. Pensar en que me quemo con la sartén y llegar a aceptar que sucede porque estaba predispuesta a ese mal, a ese dolor, no me parece en absoluto alentador. Es como una especie de martirio religioso.

Es obvio, eso sí, que hay que ser consecuente con lo que se hace. Admitir tus errores, aceptarlos, aceptar que comentes dichos errores. Eso puese que sea quizá aquello que nos haga ser más humanos. Al menos de momento, prefiero seguir con esta mentalidad pese a la insistencia de algunos.

De todos modos, no está de más darle un  par de vueltas a este asunto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario